Hace
ya muchos años, tantos ya que desafiaría a recordarlo a Irineo Funes, “el
memorioso”, compartimos con la Dra. Bulacio un Programa de Investigación que
dirigía nuestra admirada y querida Lucía Piossek. No sé si fue entonces o ya
desde antes, quizás por encontrarnos y caminar juntas nuestros pasillos de la
Facultad, cruzarnos al dar clases, compartir Congresos o algún café por allí,
se produjo lo que Cristina denominó en un Coloquio,“Cruce de Saberes”. Fue un
cruce intelectual donde no solo las ideas se entrecruzaron, también los
proyectos personales y los afectos. Puedo decir hoy que en realidad no fue un
cruce sino un encuentro. Nuestra
amistad se desarrolló así junto a las discusiones sobre trabajos y planes,
críticas y experiencias. Yo firme en mi “Modernidad” y ella, siempre más
transgresora, en esa Posmodernidad confusa e inasible de los tiempos
contemporáneos.Empezamos a compartir entonces una verdadera vida tal como
sentimos aquellos que hicimos de la Universidad parte de nuestro modo de vivir.
Supe así de su amor y encandilamiento por Borges,aprendí de ella a conocerlo y
a penetrar en sus laberintos,conocí su placer por las palabras y el
pensamiento, acerca de la originalidad de sus reflexiones.
Cristina
es una docente y una investigadora prestigiosa y no lo digo por su Curriculum cuya lectura ya lo ha confirmado
fehacientemente, lo digo porque la conozco más allá de antecedentes y blasones,
porque se animó a penetrar en el mundo de las Letras desde su pensar en la
Filosofía, con suma rigurosidad y creo que por eso, o quizás a la inversa, ama
lo bello en todas sus dimensiones. Nos ha transmitido a lo largo de su copiosa
y profunda producción, su encantamiento por las palabras, el goce de la palabra
al mismo tiempo que la apertura a su meduloso sentido, a su dimensión
antropológica, al saber de lo humano, a la hondura de su belleza. Probablemente
por esto escogió a Borges como un compañero de ruta.
Esto me recuerda también unas palabras de Cortázar
quien en un artículo denominado "El lector y el escritor bajo las
dictaduras en América Latina" [en Argentina:
años de alambradas culturales Buenos Aires, Muchnik, 1984, P. 89) decía en
referencia no solo a la estética del texto o a su literalidad sino a su sentido
más profundo: "En la obra de los escritores el lector encontró más que
poemas y más que novelas y cuentos [...]signos [...] preguntas más que
respuestas, pero preguntas que ponían el dedo en lo más desnudo de nuestras
realidades y nuestras debilidades, encontró huellas de la identidad que
buscamos, encontró agua de beber y sombra de árboles en los caminos secos y en
las implacables extensiones de nuestras tierras alienadas".
Me
permití la cita anterior porque la Dra. Bulacio es una auténtica creadora que ha
hecho del mundo algo no ancho y ajeno sino muy cercano y propio a sus múltiples
exploraciones. Por eso estimo que ha tomado su vida intelectual como una
maravillosa aventura que, sencillamente,la
divierte, con seriedad, pero la divierte y entusiasma: pensemos en su
incursión en el teatro con Leonor Benedetto,en su libro virtual, en su incansable
deseo de seguir con sus clases, apegada siempre a la Universidad, a nuestra
Universidad y también al hecho valorable de llevar sus voces a otros mundos, a
Europa, a Estados Unidos.
En
mi carácter de Decana, deseo expresar que nuestra Facultad de Filosofía y
Letras se siente honrada hoy por esta distinción que la Dra. Bulacio recibe de
manos de nuestra Universidad. Creo que, como les decimos a nuestros alumnos en
el momento de su juramento, será como siempre, para seguir defendiendo la causa de la verdad y la justicia.
Aunque sea la nuestra una Facultad esencialmente de Humanidades, no siempre se
tiene el honor de cumplir con ese mandato propio de una auténtica humanista.
Como
amiga, no puedo menos que concluir como un homenaje a Cristina en este feliz y
merecido día,con el regocijo y la reflexión de unos versos extraídos de un
poema de Jorge Luis Borges sobre el arte, el tiempo y la vida.
Mirar el río
hecho de tiempo y agua
y recordar que
el tiempo es otro río,
saber que nos
perdemos como el río
y que los
rostros pasan como el agua
Ver en el día o
en el año un símbolo
de los días del
hombre y de sus años,
convertir el
ultraje de los años
en una música,
un rumor, un símbolo
A veces en las
tardes una cara
nos mira desde
el fondo de un espejo;
el arte debe ser
como ese espejo
que nos revela
nuestra propia cara
Cuentan que
Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al
divisar su Ítaca
Verde y humilde.
El arte es esa Ítaca
de verde
eternidad, no de prodigios
También es como
el río interminable
Que pasa y queda
y es cristal de un mismo
Heráclito
inconstante, que es el mismo y es otro,
Como el río
interminable
Felicidades
querida amiga!!!!
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